¿Afecta conducir en marchas cortas al lubricante? Sí, y mucho. Te lo contamos.
¿Recuerdas cuando hablamos sobre las consecuencias que tiene para tu vehículo conducir en marchas cortas? Si lo haces de manera habitual, hay ciertos componentes del motor que se esforzarán de más, con el consiguiente desgaste. También aumentarán el consumo y la contaminación del vehículo. Sin embargo, esto no se queda aquí: el aceite de motor también sufrirá.
Sí, conducir en marchas cortas afecta también al lubricante del motor, un fluido cuya importancia nunca nos cansaremos de subrayar.
El impacto en el aceite de motor
Como bien sabes a estas alturas, el lubricante del motor juega un papel crucial tanto en la protección como en el buen funcionamiento del motor.
Su función principal es reducir la fricción entre las partes móviles para evitar el desgaste. Lo hace generando una película protectora que evita el contacto directo entre las superficies metálicas.
Esa es su función principal, pero no es la única. Además, ayuda a disipar el calor y a mantener el motor limpio. Cuando cumple con todas estas funciones correctamente, el motor mantiene mejor sus prestaciones. Y si el motor funciona mejor, el consumo de carburante y las emisiones contaminantes se reducen. No solo eso: también se evitan averías costosas.
Qué pasa con el lubricante al conducir en marchas cortas
¿Qué ocurre si nos da por conducir en marchas cortas, pudiendo hacerlo con otras más largas? Pues que el lubricante sufrirá más y, con él, lo hará también el motor. Esto ocurre, básicamente, de tres maneras distintas, como veremos a continuación.

Aumento de la temperatura del lubricante
Si circulamos durante mucho tiempo en marchas cortas, provocaremos que el motor gire innecesariamente a un mayor número de revoluciones por minuto (RPM). Esto lo que genera es mucha más fricción y también más calor.
Ese calor adicional no se evapora: se transfiere al lubricante y puede acelerar su degradación. Además, puede reducir su viscosidad, es decir, su capacidad para formar una película protectora entre las partes móviles. Todo esto puede acabar en una fricción todavía mayor y un desgaste mucho más rápido del motor.
Hay que tener en cuenta que todos los lubricantes de motor están diseñados para operar dentro de un rango específico de temperaturas. ¿Qué pasa si las temperaturas de funcionamiento exceden este rango durante mucho tiempo? Que podemos poner en riesgo tanto la vida útil del lubricante como la del propio motor.
Oxidación y formación de depósitos
Unas temperaturas muy altas pueden acelerar notablemente la oxidación del lubricante del motor. Este es un proceso químico que degrada el aceite, que tenderá a formar depósitos y lodos.
Con el tiempo, estos depósitos pueden ir obstruyendo los diferentes conductos por los que pasa el lubricante y restringir su flujo hacia los diferentes componentes críticos del motor. Tal y como habrás adivinado, esto puede causar averías severas.
La formación de depósitos es particularmente problemática en los motores más modernos. Esto es así porque funcionan con tolerancias muy ajustadas.
Por eso es tan importante que el flujo de lubricante no encuentre obstrucciones para que funcionen correctamente. Además, la bomba de aceite puede perder eficiencia a causa de la acumulación de depósitos y derivar en una lubricación inadecuada del motor.
Contaminación del lubricante
Conducir habitualmente por ciudad, sobre todo en calles con tráfico intenso o muchos semáforos, a menudo implica paradas y arranques frecuentes y en consecuencia circular gran parte del tiempo en marchas cortas.
Este tipo de conducción suele resultar en un mayor consumo y una mayor entrada de contaminantes en el lubricante del motor.
Estos contaminantes incluyen partículas de metal, hollín y combustible no quemado. Todos estos elementos pueden reducir la efectividad del lubricante y aumentar el desgaste del motor.
La presencia de partículas metálicas en el lubricante puede indicar desgaste interno del motor, mientras que el hollín y el combustible no quemado pueden afectar tanto a la viscosidad como a las propiedades de lubricación del aceite. Por supuesto, no queremos perderlas.
Por todo esto es muy importante cambiar el aceite de manera regular. Es la mejor manera de mantener su rendimiento en el punto óptimo, para que continúe protegiendo el motor de manera adecuada. Es igualmente importante elegir lubricantes de calidad contrastada y adecuados a cada vehículo.
En un próximo artículo te daremos algunos consejos para que evites todos estos problemas relacionados con la conducción en marchas cortas.
Extraído del blog de TotalEnergies en España.